domingo, 24 de enero de 2010

... luchábamos contra los terroristas cuando el verdadero terrorista era yo” Declaraciones de Mike Prysner, veterano de la guerra de Iraq

Me envia mi amiga Adriana un video con la traducción del discurso que pronunció el soldado norteamericano Mike Prysner, donde relata quiénes son los verdaderos enemigos de su país, a partir de sus vivencias en la guerra en Iraq.
Aunque los medios ya no se ocupan de este conflicto, siguen muriendo personas cada dia, y muchos dee los que nos pusimos las pegatinas del "no a la Guerra", no hacemos nada por recordarlo.
Juan Manuel Mancebo
bobastro2.blogspot.com

jueves, 14 de enero de 2010

Señor, no le perdones, que sabe lo que hace.


El ultraconservador recien nombrado obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha asegurado hoy en una entrevista a la Cadena Ser que "existen males mayores" que los que están sufriendo "los pobres" en Haití, como "nuestra pobre situación espiritual". "Quizá es un mal más grande el que nosotros estamos padeciendo que el que esos inocentes están sufriendo", ha sentenciado en la entrevista en la que por cierto, tambien se permite advertir al presidente del Gobierno que evite acercarse a tomar la comunión por su ley del aborto.
Sabeis que no soy creyente, y que aun asi respeto y valoro el trabajo de muchos hombres de la iglesia que a traves de las parroquias, misiones u otras organizaciones como Cáritas, hacen lo posible por ayudar a los demas, pero no puedo dejar pasar las declaraciones de este fundamentalista representante de la jerarquia católica, que ademas de asco, me provocan un terrible miedo si  me imagino lo que serian capaces de hacer personas como esta si alguna vez tuviesen poder para ello.
Cuando  personajes de este tipo demuestran públicamente su desconsideracion hacia los casi 100.000 hombres mujeres y niños victimas del terremoto en el pais mas pobre de america y el resto de la jerarquia de la iglesia española no le reprocha sus declaraciones,  me pregunto en manos de quien acaban los 6000 millones de euros que el estado aporta a la iglesia catolica. Me pregunto por que permitimos los ciudadanos que individuos de esta calaña sigan viviendo a costa de todos en sus palacetes dorados con sus ritos medievales y sus ideas prehistoricas.
Nos vemos en el infierno, Monseñor.
Juan Manuel Mancebo Fuertes
www.bobastro2.blogspot.com
enero 2mil10

lunes, 11 de enero de 2010

Juan Manuel Mancebo Fuertes, de Alhaurín de la Torre


La nacionalidad, la tierra donde nacemos, nuestro pueblo, no deja de ser un hecho totalmente circunstancial en nuestra vida. Si lo pensamos, somos de un determinado lugar porque el azar hizo que naciésemos allí, o porque nuestros padres así lo decidieron. Además, legalmente se puede dar el caso de que ese lugar donde respiramos por primera vez no sea el que nuestra documentación reconoce como el de nuestro nacimiento.
En mi caso, aunque nací en la capital malagueña, a pocos metros de la Catedral, siempre me he sentido del lugar donde descansan mis libros, es decir, donde por alguna circunstancia he estado el suficiente tiempo como para establecer vínculos con lugares y personas, que han pasado a formar parte inseparable de mi vida. Me considero un niño malagueño que se hizo adolescente en Alhaurín. Un adolescente Alhaurino que se hizo joven en Granada y un joven granadino que está haciéndose mayor en Alhaurín.
La condición de ciudadano de un lugar no depende de lo que un documento refleje, ni de los grados de antigüedad o antepasados que puedas acreditar en un determinado lugar, sino de los lazos y el grado de compromiso que establezcas con esa tierra.
Cuando llegamos en los años 80 los primeros vecinos a las urbanizaciones de AlhaurÍn, algunos de los que ya estaban no supieron aceptar completamente la nueva situación del entonces pequeño municipio. Reconozco que no era fácil, Alhaurín paso de ser un pueblo limitado al casco urbano, y las barriadas, por cierto algunas de ellas creadas por colonos décadas atrás, a convertirse en ciudad dormitorio de miles de malagueños que al principio no llegaron a integrarse en la comunidad urbana, y se limitaban a desplazarse diariamente a la capital o a otros municipios de la costa prácticamente sin hacer vida con los lugareños. La evolución en los años sucesivos fue, tal vez, demasiado precipitada y en breve espacio de tiempo se duplicaron varias veces el número de habitantes, las urbanizaciones, los vehículos, los ingresos a las arcas municipales, pero también los problemas derivados de un crecimiento insuficientemente planificado. Aun así, en poco tiempo las relaciones humanas con la mayoría de los Alhaurinos que ya estaban, y los que estaban incorporándose se fueron estableciendo de forma cordial y constructiva. Muchos de los jóvenes que nos hicimos alhaurinos a los 13 o 14 años nos relacionamos, nos enamoramos y nos emparejamos con otros alhaurinos y alhaurinas de nacimiento y hoy en día, cosas del querer, tenemos hijos también alhaurinos. Hoy Alhaurín de la Torre ya no es el pueblo de los años 70, ni la ciudad dormitorio de los 80 y 90, es una gran ciudad de casi 40.000 habitantes, Alhaurinos sin más calificativos, nativos, extranjeros o visitantes, pero todos ciudadanos que intentan vivir en sociedad de la forma más organizada posible. Pero ser ciudadano no es una condición intrínseca de las personas. Es sobre todo, una actitud un derecho y una obligación. Ser ciudadano supone asumir y desarrollar un conjunto de derechos y deberes para conseguir una convivencia libre, humana y solidaria.
Las leyes nos reconocen el derecho de ejercer esa ciudadanía a través de la participación en los asuntos públicos, eligiendo a nuestros representantes por ejemplo, pero también participando activamente en la convivencia social, a través de asociaciones, colectivos, organizaciones de todo tipo, o con iniciativas personales. Ser ciudadano activo supone tomar la decisión personal de cómo ejercer nuestra ciudadanía, pues de ello se deriva ser o no protagonista del desarrollo de la vida de nuestro pueblo y no sólo opinar cada cuatro años. Sentirse ciudadano es tener la convicción de que la participación es importante, cada opinión necesaria y cada acción imprescindible. Ejercer la ciudadanía no es fácil; participar en los asuntos públicos requiere, entre otras cosas, salir de la comodidad, asumir ser protagonista del desarrollo de la sociedad, formarse y cultivar una actitud solidaria, responsable, generosa, social.
Ejercer la ciudadanía exige agruparse. Si compartimos objetivos con otras personas es más fácil mantenerse en el compromiso. Esto requiere esfuerzo, sin duda, pero es la única forma de construir una democracia participativa. Para ejercer la ciudadanía no solo es necesario que existan cauces formales a través de los cuales se haga llegar la opinión pública a los gobernantes, consejos sociales, sectoriales y ciudadanos, asociaciones de vecinos, foros, observatorios… sino que además deben ser útiles y efectivos, y para ello no deben estar compuestos como la mayoría de los pocos que existen, de forma no paritaria, es decir , con mas componentes de la administración que de los ciudadanos, y sobre todo sus decisiones deberían ser vinculantes.
Construir una democracia participativa es tarea compleja y muy importante. Y nuestro principal enemigo somos nosotros mismos, la desconfianza en el sistema, el desencanto con las formulas políticas habituales hacen que actuemos con desinterés o desgana a la hora de expresarnos y ejercer nuestro derecho a la participación. Y probablemente ese sea el principal aliado de los que desde los cargos públicos tanto hablan de fomentar la participación ciudadana y tan poco hacen por propiciarla.
Tal vez en muchos casos, quizás también en nuestro pueblo, el papel de esos colectivos y asociaciones esté excesivamente condicionado a la dependencia económica de las ayudas y subvenciones de la propia Administración, al haberse transformado muchas de ellas en “prestadoras de servicios” y depender casi exclusivamente del apoyo económico de los Ayuntamiento para sobrevivir.
Tal vez las administraciones locales contengan el funcionamiento de los órganos de participación ciudadana limitando su carácter reivindicativo a través de la concesión de estas ayudas, en un ejercicio de control y castigo a los colectivos que no comparten el punto de vista del gobernante de turno.
Posiblemente hemos olvidado que son los poderes públicos los que tienen que dar respuesta a las necesidades ciudadanas, y que los políticos son elegidos por los ciudadanos para gestionar sus recursos y para responder a sus necesidades.
Quizás hay que recordar que la democracia es el gobierno de los ciudadanos. Que los que tiene el poder son los ELECTORES, no los elegidos.
Devolver el protagonismo a los ciudadanos, alhaurinos con padres o hijos alhaurinos, viviendo en armonía es la tarea que algunos nos hemos impuesto. No va a ser fácil. Tampoco imposible.
Enero de 2mil10.
Juan Manuel Mancebo Fuertes, de Alhaurín de la Torre.
jmanceb@gmail.com
www.bobastro2.blogspot.com